Mientras empezaba a hablar, con otros alrededor sacando pergaminos y pasándolos a los amigos de Guillermo para que los examinaran y leyeran su contenido, todos se dieron cuenta de muchas cosas.
Este viento... ¡No era normal en absoluto! No era simplemente algo que ocurriera naturalmente aquí, o algo limitado a este lugar.
Según lo que leyeron, el viento llevaba un olor, una sustancia que liberaba un fétido hedor. Sin embargo, al principio, cualquiera que llegara de nuevo al área de la capital no olería nada en absoluto.
Con el paso del tiempo y con la exposición prolongada a esta sustancia, cualquiera empezaría a oler el mal olor. ¡Y eso significa algo malo, terriblemente malo!
Oler ese olor era la primera señal de una enfermedad progresiva que se llevaría la vida de cualquiera en años. La fuente de esta plaga provenía de aquí, y todos los esfuerzos del reino para sellarla fracasaron.