Ben era tal como Ro una vez dijo, un mujeriego empedernido. A medida que el fuerte construyó la ciudad y prosperó, encontró muchas oportunidades para liberar su energía. Con eso, parecía mucho más joven que hace cinco años.
—Eres tú quien se esconde todo el tiempo —Ben sacudió su cabeza, antes de señalar su cosa mientras agregaba con una risa malévola—, si hubieras aceptado mi oferta y me hubieras dejado enseñarte mi técnica divina, solo habrías mantenido ocupado a tu hermanito y, además, lo habrías disfrutado.
—Gracias, pero prefiero mantener a mi hermanito en su ataúd por ahora —William rodó los ojos. Cada vez que se encontraba con Ben, este intentaba atraer a William a su lado—, ¿dónde está Pantera ahora?
—Lo de siempre —pausó Ben—. ¡No me digas que aún no has abandonado esa loca idea tuya!