—No tengo mucho tiempo, así que escucha y no hagas preguntas innecesarias —ese viejo zorro parecía estar aquí por poco tiempo—. Esa estatua se presentó como uno como yo, uno como todos los demás, pero vino de otro mundo, uno mucho más grande y mucho más fuerte.
—¡El mundo vasto! —La conmoción de William no disminuía, sino que crecía, con cada palabra que decía ese viejo zorro.
—Dijo algo así en efecto... Extraño... Pensé que ese conocimiento no era conocido en este mundo. De todos modos, me dijo que tiene el elemento del tiempo, uno que puede ver a través del futuro y el pasado, uno que se puede llamar previsión. Y vino aquí pagando un precio elevado por una profecía suya.
—¿Sobre ti? ¿O sobre este fuerte? ¿O sobre este mundo?
—Ninguno —la cara se tomó un largo momento esta vez antes de suspirar—. No puedo ocultarlo. Desde que supe de esta profecía, sentí una extrema envidia hacia ti.
—¿Yo? ¿Por qué?
