—Estoy bien —dijo cuando notó la mirada seria de William—, puedo caminar al menos estas pocas cuadras sin caerme.
—Genial —William no sabía por qué, pero sintió que si Ibra estuviera aquí, le pediría a este molesto joven que le prestara su glaive para usarlo como bastón.
Sería divertido tomarle el pelo un poco a Ibra. Y al recordarlo, William no pudo evitar suspirar por el destino de su equipo.
Los extrañaba. Incluso si había decidido en lo profundo de su mente darles una lección apropiada, enseñándoles cómo mantener la boca cerrada frente a extraños, aún extrañaba su compañía.
—¿Pero qué diablos es eso?!!
Y justo cuando los dos salieron del lugar, y antes incluso de que la puerta se cerrara detrás de ellos, William se detuvo ya que fue recibido con una gran escena.
Muchas personas estaban allí. Estaban cerca de la prosperidad de él. Formaban un arco, rodeando el territorio, llenando la calle con decenas de metros de distancia entre ellos y la puerta.