—¿Qué vamos a hacer aquí? —Dentro del territorio del Zorro, William se encontraba a solo diez metros después de pasar por la puerta. Y Tomás lo seguía con una expresión sombría en el rostro.
William no se detuvo solo para esperarlo. Él sabía que en cualquier territorio lleno de trampas, la zona de veinte metros alrededor de la puerta de entrada se consideraba segura.
Era una tradición dejar un espacio para aquellos que verdaderamente pertenecían aquí para ejecutar sus maneras especiales de desactivar las diferentes trampas. Y como William no confiaba en este loco anciano maestro de espíritu, decidió reducir esta distancia a la mitad, solo por seguridad.
—Quiero que hagas lo que entrenaste —William ni siquiera se giró hacia Tomás, ya que sus ojos estaban atraídos por el espacio interior.