—¿Quién eres? —preguntó Astaroth nuevamente cuando el muchacho no respondió.
—No importa quién soy por ahora —respondió el muchacho.
—La Dama Anulo me ha encomendado ayudarte a liberarte. Pero primero quiero una respuesta —preguntó el muchacho.
Astaroth miró al muchacho con incredulidad. ¿Era esto una estratagema? ¿Aparecerían sus captores después de que escapara y lo recapturarían para torturarlo por intentar escapar?
No podía decirlo por la expresión facial del muchacho. Lo único que podía decir del muchacho en absoluto era que venía de un entorno acaudalado, ya que estaba ricamente vestido.
—¿Al menos puedes decirme dónde estoy? —preguntó Astaroth, intentando cambiar de ángulo.
El muchacho lo miró de forma extraña, como si debiera saber dónde estaba, antes de responder.
—¿No lo sabes? —preguntó él, frunciendo un poco el ceño.
—Si lo supiera, no preguntaría, colega —dijo Astaroth, un poco exasperado.