Dentro de Nuevo Edén, en el denso follaje del Bosque de Danabor, un hombre luchaba violentamente por su supervivencia. Después de haber forzado a su presa a pasar por todas las trampas que había colocado, y tras muchas rondas de combate con la bestia, esta aún no caía.
Podía decir solo con mirarla que el Leopardo Phaser estaba gravemente herido. Escanearlo habría sido una pérdida de tiempo.
Pero la bestia lo tenía entre ceja y ceja a este humano insignificante, quien se atrevía a desafiarlo en su dominio. Desde que la primera bala lo golpeó, no había manera de que dejara escapar al humano de su alcance.
Pero durante los siguientes dos días, un cruel juego de escondite, con enfrentamientos físicos esporádicos, simplemente no terminaba. El humano había demostrado ser mucho más ingenioso de lo que la bestia estaba acostumbrada, a pesar de su bajo nivel de poder, y simplemente no había forma de atraparlo.