Después de gritar horriblemente, el Liche comenzó a retroceder detrás de sus tropas, donde podía lanzar hechizos de manera segura. Pero Luna continuaba bloqueando su camino, haciéndolo cada vez más enojado.
—¡Te convertiré en el muerto viviente más sumiso que jamás haya creado, estúpido animal! —gritó.
Pero a Luna no le impresionaba. Abriendo ligeramente la boca, conjuró otro Rayo de Luna, más pequeño pero más concentrado, disparándolo hacia el Liche.
El Liche levantó otra barrera, bloqueando casi completamente el hechizo, mientras solo la energía residual lo envolvía, chamuscando ligeramente su túnica. El muerto viviente ya sabía que la magia del ciervo gigante era del elemento opuesto al suyo, lo que significaba que podría herirlo gravemente.
Pero lo mismo se aplicaba para él.