Alena volvió a pasar alrededor de su escritorio, sentándose de nuevo en su silla. Entrelazó sus manos, fijando su mirada en el único hombre de la habitación.
—La Reina Fénix pidió que te buscaran, y como fuiste visto por última vez en mi sector del palacio, la responsabilidad recayó sobre mí. Pero antes de llevarte allí, quería hablar contigo en privado.
—Bueno, ya estoy aquí. Estoy escuchando.
—Que bueno que te lo tomas con tanta informalidad. En ese caso, yo también seré informal. Quería saber tus intenciones con el reino. Sé que eres el rey legítimo, y te debo lealtad. Pero era lo suficientemente mayor para reconocer a un maniaco de la batalla cuando llegaste al poder, y le juré lealtad a Sir Leon, no a ti.
Astaroth la miró, entrecerrando los ojos. Ella hablaba como si hubiese estado presente cuando él fue nombrado rey, pero él no lograba recordarla.