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Astaroth aterrizó en una pequeña colina que se levantaba sobre una llana llanura. Abajo en la llanura, Luz Silenciosa pudo ver un pequeño asentamiento.
Pero para su desánimo, una niebla roja y negra cubría el pequeño pueblo, saliendo por un lado de él, sin dejar un centímetro a salvo de ella.
Luz Silenciosa giró su cabeza hacia Astaroth después de que lo había dejado caer a sus pies.
—¿Es esto de lo que querías hablarme? —preguntó.
Suspirando profundamente, Astaroth asintió.
—Como puedes imaginar, este lugar es el tercer portal que conozco. Pero viene con un gran problema. Aquí no hay monstruos. Solo gente —explicó.
Luz Silenciosa miró al pueblo, pero no pudo ver gente desde la distancia en la que estaban.
—¿Dónde están? —preguntó Luz Silenciosa.