Al ver al joven rey caminar, el hombre de la capa avanzó unos pasos frente a Astaroth. Este último lo miraba con cautela, intentando descifrar sus intenciones y habilidades.
No quería escanear al hombre, ya que sería de mala educación y revelaría sus intenciones. Pero la falta de maná a su alrededor era perturbadora.
—¿Puedo saber quién eres, ya que tú me conoces? —preguntó al hombre de la capa.
Sin volverse, el hombre respondió.
—Ah sí. ¿Dónde están mis modales? Soy el nuevo mago de la corte. No soy un Elfo de Ceniza, y mi nombre es extranjero y es difícil de pronunciar para la gente de tu raza, así que puedes llamarme simplemente Mago de la Corte.
La respuesta fue tan evasiva que no pudo ser más despreocupada.
—Si eres el mago de la corte, ¿entonces por qué no puedo sentir ni un ápice de maná viniendo de ti? Es como si el maná a tu alrededor se marchitara antes de siquiera llegar a ti.
El mago pasó su mano sobre la capucha de su capa.