Después de caminar durante casi una hora, rodeados de campos y granjeros, Astaroth y Violeta llegaron a la ciudad propiamente dicha. Aún estaban en la parte exterior, pero ya podían sentir el bullicio y ajetreo.
Astaroth provenía de una ciudad él mismo, por lo que este barullo no le era desconocido, e incluso le resultaba bastante reconfortante. Violeta también era de una ciudad, pero estaba bastante protegida y nunca salía de los terrenos de la propiedad.
Para ella, ver a tantas personas caminando de un lugar a otro era una experiencia novedosa. Astaroth ya había recibido el mensaje de que sus amigos lo estaban esperando en el café.
Pero no quería arruinarle eso a la chica, así que respondió que podrían tardar un poco. Fénix le había dicho que se tomara su tiempo, que estarían esperando.