Después de dormir tanto tiempo, lo que despertó a Astaroth no fue su cuerpo, ni siquiera Violeta. Fueron las constantes notificaciones de su cápsula, indicando que las bolsas de IV estaban vacías, y que debía desconectarse antes de deshidratarse.
Cuando abrió los ojos, Violeta lo observaba desde cierta distancia, y corrió hacia él.
—¡Estás despierto! Pensé que no te despertarías en mucho tiempo aún.
—Ugh… Me duele la cabeza… —murmuró Astaroth.
—Deberías desconectarte rápido. Deben haber pasado horas desde que se agotó tu suero IV —dijo Violeta.
—Sí. Veo las notificaciones. ¿Tú deberías hacer lo mismo? —preguntó Astaroth con voz somnolienta.
—Ya lo hice. Dejé a Genie cuidándote mientras yo iba. Solo me tomó unos minutos —respondió ella.
—Está bien, está bien. Ya voy —cedió Astaroth.
Presionó rápidamente el comando para desconectarse. Abrió los ojos para ver la tapa de la cápsula, parpadeando lentamente en rojo con advertencias.