—Sue... Gaagghh —intentó el hombre antes de caer de rodillas, víctima de una estocada en la garganta.
Le dirigió a Raydon una mirada de shock con los ojos bien abiertos, y entonces desapareció en un destello de luz. Su último pensamiento antes de que su visión se oscureciera completamente fue... Bueno, estaba demasiado shockeado para siquiera pensar en algo.
—Parece que mi fuerza aún es insuficiente —murmuró Raydon, perdido en sus pensamientos—. Después de asestar tantos golpes, finalmente pudo matar al hombre cortándole la garganta con su espada. La defensa del hombre no era buena, pero las patadas de Raydon carecían de fuerza.
—Además, ¿qué eran esas llamas negras? No me digas… —Raydon solo podía pensar en una razón, pero antes de que tuviera la oportunidad de considerar otras posibilidades, todo a su alrededor se hizo añicos convirtiéndose en pedazos de vidrio con un fuerte ruido de choque.