—Cuando finalmente reunimos suficiente coraje y entramos, nos recibió un mundo que era bastante diferente de lo que anticipábamos —Después de un prolongado período de caminata, Samuen finalmente llegó a una parada frente a algo que estaba oculto con un paño oscuro.
—Un mundo en el que parecía como si la tierra se hubiera deteriorado completamente, envuelta en una oscuridad impenetrable, sin siquiera un atisbo de cielo —El rostro de Samuen se contorsionó en un profundo ceño mientras rememoraba esas escenas desoladoras.
—No se podía ver nada en el área. Ni monstruos, ni señales de vida, solo una extensión de negro y gris. Además, el Observador mismo no estaba presente; sin embargo, la existencia que había dejado atrás nos golpeaba como una ola violenta en ese mundo roto cubierto de nada.
A medida que continuaba hablando, su voz, que ya estaba agotada desde hacía algún tiempo, parecía perder aún más energía. La angustia que sentía en ese momento era claramente visible en su rostro.