En este momento, las esposas estaban de regreso de una misión muy corta, pero exitosa.
Una vez más, Gulban había jugado el papel de su taxi y les había dado un aventón hacia y desde la tierra de Svarga donde no tenían presencia.
Las chicas y el anciano viajaban a seis veces la velocidad de la luz en una plataforma hecha del mítico oricalco.
Fieles a sus personalidades, todas celebraban de manera bastante colorida mientras hacían planes para qué hacer con su presa cuando llegaran a casa.
—¡Azota a ese truco! ¡Azota a ese truco! —se estaban divirtiendo muchísimo.
5 minutos después…
—¡Pelea si tienes valor, chico, pelea si tienes v- —en medio de la celebración de las chicas, Gulban repentinamente detuvo la plataforma aproximadamente a mitad de camino hacia el abismo.
Se giró lentamente para enfrentarse a las chicas con una mirada de pura incredulidad.
—Por todo lo que ilumina... ¿Qué tipo de esteroides mágicos le están dando a ese hombre cada día?? —Eris: ¿Quién?