—¡Devuélvelo, viejo! —gritó uno.
—¿Viejo? ¿A quién crees que le estás hablando, enano? —replicó el otro.
—¡A ti, anciano! —respondió el primero.
—¡Te mostraré un anciano! ¡Ven aquí, mocoso! —amenazó.
—¡L-Liberame o se lo diré a mamá! —amenazó el niño.
Courtney estaba sentada en una mesita en su dormitorio, perfeccionando la tradición probada por el tiempo de las artes y manualidades.
Su hermano y su padre se suponía que ayudarían, pero... parecía que de alguna manera habían degenerado en practicar la guerra en su lugar.
En el suelo, Abadón tenía a Straga atrapado en una llave de brazo de la que no podría haberse escapado ni con intervención divina.
—¡Tramposo! ¡Eres demasiado malditamente grande para esto! —Straga gritó.
—¡Deja de maldecir delante de tu hermanita! —advirtió Abadón.
—¡Maldición! —Courtney rio mientras levantaba ambas manos al aire.
—¿Ves lo que hiciste? —Abadón apretó aún más su agarre en el brazo de Straga.