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De todos los ayudantes, familiares y confidentes cercanos de Abadón, Lailah era quien tenía la opinión y los cálculos que todos solían valorar más.
Era justa e inteligente como un látigo, y la mayoría si no todas sus evaluaciones por lo general daban exactamente el tipo de resultados que ella predecía.
Pero más que eso, era cuánto le importaba lo que solía convencer a la gente.
Todo el mundo sabe que la educación de Lailah la había hecho un poco más dura y fría que la mayoría.
Pero también sabían que eso era solo un mecanismo de defensa.
En verdad, era más cálida y esponjosa que nadie; solo que lo expresaba dando consejos no solicitados e inundando con información más allá del punto donde cualquiera pudiera seguirla.
Pero todo viene de un buen lugar.
Como Abadón sabía eso, no dudó en llevarse a Lailah afuera cuando empezó a comportarse de manera extraña.
Juntos, caminaban de la mano por los pasillos de su falso hogar.