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La cámara que contiene a aquellos que fallaron en su prueba contra el abismo es un infierno completamente propio.
Donde quiera que uno mire, puede ver hombres empalados en puntas de color verde jade que palpitan con un oscuro poder horripilante.
La sangre fluye de sus bocas sin cesar mientras sus labios cuelgan abiertos; sus gargantas crudas y destruidas por gritar eternamente sin respiro.
Están terriblemente delgados, habiendo subsistido sin comida y solo con la magia en el aire durante varios miles de años.
Y cuando Lailah, Audrina y Karliah entraron, todas menos fruncieron el ceño ante la carnicería.
—Ya les dije que no era bonito aquí, chicos —se encogió de hombros Nyasir.
—No nos hables —dijeron las chicas con sequedad.
—¡Eh! ¡No me digan que aún están molestas por lo de antes!
Audrina y Lailah golpearon a Karliah en ambos lados de su cuerpo para responder a su pregunta.