Abadón había observado toda la rutina de Ayana sin parpadear, respirar o dejar de sangrar por la nariz.
¡¿Cómo podía ser una escena tan cautivadora!?
¡Estaba bastante seguro de que nunca había estado tan excitado en su vida!
¡Estaba bastante seguro de que no era saludable para él estar tan duro!
¡Y por último, pero no menos importante, estaba bastante seguro de que no había manera de que pudiera volver a tiempo para el resto del juego!
—¿Entonces...? ¿Te gustó? —preguntaron al unísono.
Como una zorra, las chicas flotaron hacia su esposo y enroscaron sus brazos alrededor de su cuello.
Cuando sintieron el ardiente calor del miembro palpitante en sus pantalones, supieron que tenían su respuesta.
—Oh? Bueno, eso no es bueno... parece realmente incómodo para ti seguir así... —Ayana colocó su mano sobre el miembro de Abadón mientras lamían la sangre dorada que corría por sus labios.