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—La divinidad de Erica sobre los fénixes hacía que no hubiera ni uno solo de ellos que pudiera rechazarla.
—Y dado que Caelum era medio fénix por nacimiento, esto también le incluía a él.
—Antes de que supiera lo que estaba haciendo, estaba bajando las escaleras sin querer, para estar patéticamente frente a su ardiente madre.
—¿Qué diablos es esta tontería que estoy oyendo...? ¿Te atreverías a correr por ahí arrastrando mi nombre por el lodo sin preocuparte por lo que haría a mi reputación?! ¿¡Para usarlo en contra de esta joven chica?! —frente a una rampante Erica, la mayoría de los hombres, inmortales o no, se volverían inmediatamente sumisos e incapaces de pensar con claridad.
—Caelum estaba entre esos hombres.
—No importaba si ella era su madre o no, la vista de una Erica completamente enrojecida era tan aterradora que él pensó que realmente podría matarlo. —Aunque a Abadón le hubiera parecido linda en ese momento.
—B-Bueno, yo solo...