Abadón parpadeó varias veces mientras intentaba entender de dónde había salido esa pregunta sorpresa.
A medida que buscaba una respuesta en sus opacos ojos grises, una vez más no podía sacudirse la sensación de que había algo extraño tras ellos.
—Dime... ¿por qué te interesa algo así? —preguntó Abadón.
—Cuando mencionaste tus razones para matarlo... pude sentir algo de engaño. Aunque no estoy exactamente seguro de por qué es así. Y por eso deseo entender.
—Hmm... ¿Cómo te llamas, pequeña diosa?
—Mis disculpas... es Aletheia.
Abadón de inmediato la consideró una diosa menor, ya que no estaba exactamente familiarizado con ese nombre y supuso que su divinidad debía tener algo que ver con la honestidad.
No perdería exactamente nada por decirle la verdad, así que poco a poco tomó la espada de su mano mientras incineraba los cuerpos muertos en la habitación.