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—Wuhan, China.
Un hombre y nueve mujeres aparecieron de repente fuera del Museo Provincial de Hubei en el distrito de Wuchang de Wuhan.
Como era de noche, tenían todo el museo para ellos solos.
—¡Esto será justo como aquella película del museo que vimos el otro día! —dijo emocionada Bekka.
—¿A nadie más le preocupa que desde que estamos en la tierra todo lo que hemos hecho es comer y ver televisión en diferentes países? —preguntó Lailah.
—¿No? —dijeron todos en voz alta.
—Entonces es mi error —dijo ella riendo.
La mirada de Lailah se desvió hacia el frente del grupo, donde su esposo seguía marchando en silencio.
Desde que Asherah lo sacó de alguna manera de su paisaje onírico, había estado algo distraído.
Su momento fue verdaderamente inoportuno, ya que Abadón sentía que estaba a punto de descubrir algo importante cuando se interrumpió.
No hace falta decir que desde entonces había estado bastante malhumorado y pensativo.