—¡Arriba en la costa trabajan todo el día, bajo el sol se esclavizan! Mientras nosotros nos dedicamos, a tiempo completo a flotar bajo el mar!
—¡Aquí abajo todos los peces son felices mientras navegan a través de las olas! ¡Los peces en la tierra no son felices! ¡Están tristes porque están en la pecera!
—Pero los peces en la pecera son afortunados, ¡les espera un destino peor! ¡Algún día cuando el jefe tenga hambre, adivina quién va a estar en el plato?
—¡Bajo el mar! ¡Bajo el mar!
Dentro de las frías y oscuras aguas del norte del Océano Pacífico, se podía ver a un monstruoso dragón nadando persistentemente a través de las aguas.
Encima de una de sus siete cabezas se sentaba un grupo de tres mujeres, cuyos brazos estaban entrelazados mientras cantaban una querida canción infantil a pleno pulmón; aparentemente mágicamente no afectadas por su entorno submarino.