—Samyaza emitió un ruido de queja impropio mientras se levantaba del suelo.
—La ira que sintió cuando fue golpeado por el par padre e hijo fue mayor que cualquier otra que hubiera experimentado antes, y la sentía infiltrándose en su alma.
—¿Por qué le estaba pasando esto?
—¡Sus hombres habían tenido la ventaja hacía apenas unos momentos, pero ahora sentía que todo se estaba desmoronando sobre él!
—¡Sin mencionar el desgarrador hecho de que su hijo había muerto casi justo ante sus propios ojos sin que él pudiera hacer nada al respecto!
—Cada vez que cerraba los ojos, recordaba la mirada de temor que su hijo tenía en el rostro antes de morir y se volvía incapaz de pensar en cualquier otra cosa.
—Su cordura comenzaba a crujir, todo lo que podía hacer era precipitarse más y más en un ataque de ira ciega.
—¡Matad... a... ambos...!
—¿De quién hablas?
—CRUJIDO.