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—Yo... soy... Glorioso.
—Y presumido —murmuró Abadón.
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Si Asmodeo escuchó el comentario despectivo de su hijo, ciertamente no mostró ninguna reacción visible.
Ahora mismo, estaba de tan buen humor que nunca dejaría que algo tan simple como un comentario infantil cambiara eso.
...Pero más tarde le daría una paliza con su recién adquirida fuerza solo para establecer dominancia.
Asmodeo extendió su mano y su hacha voló hacia su palma como si estuviese esperando ser llamada.
La luz que el arma emitía solo se hacía más fuerte cuando volvía a su legítimo dueño y parecía emitir su propia serie de ruidos alegres.
—Apuesto a que nunca imaginaste que alguno de nosotros estaría aquí, ¿verdad? Dioses literales entre el resto de la chusma. No puedo imaginarme nada mejor que esto —dijo con humor.
De reojo, de repente vio a Yara mirándolo a través de la ventana de la sala de observación, y aun desde aquí podía oler su lujuria y deseo de ser llevada a la cama.