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Abadón amaba cada hogar en el que su familia había vivido.
Sin embargo, este era su favorito por mucho, de todos los lugares en los que habían estado antes.
Porque solo él y su familia vivían allí.
Sin sirvientes, mayordomos, ni criadas de ningún tipo, solo sus amadas esposas, sus hijos, nueras, así como sus hermanas y tía.
Para él, este era el santuario de su familia, y el lugar donde verdaderamente podían disfrutar de la compañía del otro sin ninguna interferencia del mundo exterior.
No había presiones de sus tronos, de la divinidad, ni siquiera de ser conquistadores.
Y dado que Valerie había hecho este lugar de acuerdo a los deseos y gustos más profundos de todos los que vivirían allí, el lugar era como un paraíso literal del que apenas querían irse.
Con él flotando sobre la ciudad, también era el símbolo perfecto para la gente del hecho de que la Familia Tathamet siempre estaría vigilándolos.