—¡Más les vale abrazarnos de vuelta o les patearemos el trasero! —exclamó uno.
—¡Sí! —afirmó el otro entusiasta.
Abadón parpadeó para disipar su sorpresa antes de reír irónicamente y pasar sus brazos alrededor de la cintura de las chicas.
—Perdónenme, mis amores. No tenía intención de arruinar un momento tan monumental para nosotros —dijo con pesar.
—¡No! —protestó Audrina.
Audrina colocó su mano en la mejilla de Abadón tiernamente.
—Este es tu momento, amado. No el nuestro. Has llegado hasta aquí completamente solo —le tranquilizó.
Abadón negó con la cabeza mientras presionaba sus frentes con la de ellas.
—¿Quién me ha dado fuerzas cuando me faltaban? ¿Quién me ha defendido cuando no tenía poder? Aceptaré el crédito solo cuando realmente lo haya ganado, pero por ahora esto es nuestro logro, mi amor.
Audrina y Seras mostraron suaves sonrisas como respuesta.