Eris frunció el ceño con odio mientras miraba al hombre que casi había matado a su hermana hace apenas unos momentos.
Bekka intentaba mantener la calma por su bien, pero la elfa sabía que nunca volvería a ver con ese ojo.
Si solo se hubiera movido un poco más rápido, podría haberla salvado y mantenerla completamente intacta.
Se sentía culpable, enfadada y abrumadoramente vengativa.
El cuerpo entero de Eris se envolvió en un extraño resplandor blanco que nunca antes había mostrado.
Sintió la nueva y extraña energía dentro de su cuerpo comenzando a descontrolarse y a esparcirse por su ser.
—¿Eris...? —Bekka observó con confusión en su ojo restante cómo su querida hermana se volvía irreconocible.
Un gran caribú blanco con cuernos negros malvados y hermosos ojos verdes ahora estaba de pie donde la madura elfo oscuro había estado hace unos momentos.