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—Pareces un poco asustado, pequeña montaña. ¿Te has rendido después de un simple saludo?
La voz melódica de Eris era absolutamente aterradora para el general enano Asar.
La gama de emociones que estaba experimentando ese día era nada menos que impresionante.
Las advertencias que había recibido del rey hablaban de un dragón demoníaco con una monstruosa habilidad física y aterradoras capacidades mágicas.
Esperaba que aquella criatura estuviera liderando el ejército, pero en lugar de ello era esta hermosa mujer élfica la que más le atraía.
Pero tras recibir un ataque sorprendentemente poderoso y sin provocación, se dio cuenta de que esta mujer era mucho más que un rostro bonito.
—La esposa de un monstruo no es menos monstruosa —dijo Asar desafiante.
Se preparó con su hacha y escudo mientras emitía un desgarrador grito de guerra y saltaba al aire.
Bonita o no, era una amenaza que definitivamente tenía que ser neutralizada.