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Abadón caminaba en silencio hacia adelante, con pasos que derretían el suelo bajo sus pies.
Descartó la columna de llamas que se arremolinaba alrededor del cuerpo de Satán y se arrodilló para comprobar su estado.
El cuerpo del pecado de la ira había sido quemado hasta quedar crujiente, dejando atrás una carcasa ennegrecida y una esfera etérea flotante con un símbolo rojo en el centro.
Abadón llegaría al pecado en un segundo, pero por ahora, había algo más que deseaba.
¡Crac!
¡Chasquido!
Poco a poco, comenzó a arrancar pedazos del cuerpo carbonizado de Satán y a comérselos.
El sabor era horrible y la textura era como cuero completamente nuevo, pero no estaba comiendo a Satán porque tuviera hambre.
Lo estaba comiendo para ver qué podía ganar.
Una vez que lo había devorado todo, Abadón soltó un suspiro contenido.
Sus ganancias... eran mejores de lo que esperaba.