Apofis se adentró en el jardín con naturalidad, pero lucía algo diferente de cómo había aparecido antes.
Su cabello, que antes se parecía mucho al de su padre, ahora era de un morado profundo y rico, y sus anteriormente verdes ojos ahora eran de un rojo brillante.
De los lados de su cabeza sobresalían dos largos cuernos oscuros que parecían inquietantemente similares pero distintos a los cuernos de un dragón.
—Apofis...?
—Hijo... ¿qué te pasó?
—¡Mi niño se ha vuelto aún más guapo!
Apofis no pudo escapar del abrazo asfixiante de Lailah, y Helios aprovechó ese momento para explicar la transformación de su bisnieto.
—Correcto... Como tu hijo está hecho solo de tu sangre y no está contaminado por ADN inferior, también pudo someterse a una transmutación pero falló en su ascenso para convertirse en un dragón verdadero.
Abadón se aclaró la garganta y trató de asegurarse de que sus palabras salieran correctamente esta vez y no en Dovhazul.