—¿Qué tan difícil crees que será para mí ser reconocido como el rey de los vampiros? —Cuando las chicas escucharon su pregunta, ambas parpadearon varias veces para asimilar sus palabras.
—Esposo... ¿qué te hizo pensar en esto? —preguntó Audrina mientras se sentaba en su regazo.
—¡Maldición! ¡Debí haber reclamado ese lugar primero! —Seras estaba maldiciendo su falta de acción anterior y se prometió a sí misma no repetir el mismo error una segunda vez.
—Ya conoces la respuesta a eso, querida mía —le recordó Abadón.
Suavemente acarició el cabello de su hija y su esposa mientras esperaba una respuesta a la pregunta que podría decidir su futuro.
—Sería... difícil —finalmente admitió Audrina.
—Nunca ha habido un gobernante que no provenga de la línea familiar sanguínea, y mucho menos uno que sea de una especie completamente diferente. No sé si esos nobles lo aceptarían —informó Seras.