Wolfe formó un hechizo de armadura sobre el cuerpo de Justine, un vestido de campesina sencillo con una cintura ceñida con un corsé y un corpiño blanco con volantes. Luego sonrió y le quitó de encima la toga de la subasta de esclavos.
—Ahí vamos. Te ves maravillosa. Las zapatillas deben ser lo suficientemente suaves para que sean cómodas, pero lo suficientemente rígidas para que no permitan que nada perfore tus pies. ¿Qué te parece? —preguntó Wolfe con una sonrisa.
—Creo que parezco la camarera de tu taberna favorita —Justine se rió mientras daba una pequeña vuelta que hacía que las faldas del vestido se hincharan.
—Al contrario, esa está lejos de ser mi taberna favorita, pero sí es mi uniforme de camarera favorito. Además, se mezcla bien con lo que la mayoría de las mujeres de la aldea en el Aquelarre Morgana usan. Nada demasiado llamativo, pero con un poco de escote y faldas largas para trabajar al aire libre, así no te arañas las piernas en el bosque —respondió Wolfe.