—¿A quién propones que enviemos? —preguntó Reiko a su consejera mientras los miembros del Consejo empezaban a mostrar su incomodidad con la propuesta de comprar la ayuda de un demonio para mantener segura la ciudad.
—Pero si la alternativa era tener que Reiko purgara el ejército de todos los partidarios de sus familias junto con los traidores infiltrados, entonces tendrían que acceder a la idea, al menos hasta que el convoy fuera asesinado en los Desiertos Congelados, y pudieran volver a la situación de siempre.
—Habían perdido demasiada influencia últimamente, y la retirada de tropas de las granjas sería el último clavo en el ataúd para muchas de sus familias. Habían extorsionado a los agricultores para que entregaran una parte de la cosecha directamente a las Familias del Consejo durante generaciones, y eso se había convertido en la base de su poder en la ciudad.