Cuando la figura de John reapareció en la Cueva de los Mil Arroyos, Mar Azul y Adán ya habían terminado de recolectar el polvo de la Flor Azul Acuática y esperaban ansiosos entre el tapiz floral.
Tal vez fuera el peso de la espera prolongada; la preocupación ensombrecía sus expresiones.
Dudaban que John pudiera vencer a un jefe del calibre de Mammon.
Cuando encontraron por primera vez a Mammon, ambos lanzaron secretamente hechizos de Detección, solo para encontrarse con una serie de signos de interrogación, una señal clara de que el nivel de Mammon superaba con creces al suyo, tanto que ni siquiera su nombre y nivel podían ser mostrados.
Fue solo cuando John reapareció que exhalaban un alivio simultáneo.
—Vientogalante, ¿estás bien? —preguntó Adam precipitadamente.
Con una sonrisa sutil, John respondió:
—No te preocupes, ¿qué podría pasarme? Esa criatura ya estaba gravemente herida; luchar contra ella apenas representaba un riesgo.