Dan, esperando en el lugar de Lei como una novia leal, se levantó emocionado del sofá y agarró el pastel de la mesa al escuchar el sonido de la puerta abriéndose.
Lei llegó, y como siempre, Dan no pudo descifrar su expresión.
Sin embargo, sabía que a Kim Kwan le caía bastante bien su jefe, así que no sería difícil conseguir su cooperación para la fusión de las empresas.
—¡Felicidades, señor! Finalmente
Sin embargo, antes de que pudiera terminar su declaración, Lei agarró el pastel y lo estampó en su cara, dejándolo sin habla.
El apartamento se quedó terriblemente silencioso mientras el pastel caía al suelo, con Dan probando el glaseado en su rostro.
«Bastante bueno», pensó.
Sin embargo, con la reacción de Lei, Dan supo que no había ido bien.
Con eso, agarró otro pastel del refrigerador, uno que decía—¡Todavía hay una oportunidad para nosotros!'
—Aquí, señor —dijo con voz abatida.
Lei miró el pastel y apretó los labios, agarrándolo y lanzándolo al suelo sin dudarlo.
