Después de correr durante un par de horas, Rain se hizo molesto consciente del frío penetrante que comenzaba a tocar su cuerpo. Las gélidas temperaturas del entorno empezaron a pasarle factura, causando incomodidad y una creciente sensación de frío que penetraba profundamente en sus huesos.
A pesar de su incansable persecución y determinación para llegar a su destino, las temperaturas en caída se convertían en un obstáculo cada vez más formidable. El cuerpo de Rain temblaba involuntariamente mientras las condiciones de congelación se intensificaban. Se dio cuenta de la urgente necesidad de abordar el frío que amenazaba con impedir su progreso y resistencia.
«Debería haberme vuelto un poco más resistente al fuego, pero no al hielo…» pensó Rain. «Dado que eso sucedió al ser asado vivo por un montón de dragones meteoro, supongo que necesito soportar esto... aunque no quiero hacerlo hasta que se me caigan los dedos».