Cho Ji-Ho yacía en su cama con las cortinas cerradas. Normalmente, el chico estaría en la escuela. Pero desde que su novia lo dejó, había estado decaído en su habitación. De hecho, las únicas veces que realmente había salido de su dormitorio eran para usar el baño.
Además de eso, el chico había estado acostado en la cama mirando su teléfono. Todos los días, enviaba alrededor de cien mensajes de texto a Min-Ah. Todos los cuales eran ignorados. Al principio, estos mensajes eran enfadados, llamando a la chica puta, adúltera, zorra, y cualquier otro número de nombres. Pero, a medida que pasaba el tiempo, y Ji-Ho comenzó a desesperarse. Estos mensajes se convirtieron en disculpas. Justo como los mensajes que acababa de enviarle a la chica.
—Lo siento por cómo actué, cariño.
—¡Por favor no me odies!
—Estoy de acuerdo con que veas a Alex...
—¿Podemos hablar?
—Puedes ver a quien quieras. ¡Solo necesito que estés a mi lado!
