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A medida que el tiempo se escurría, con el Código 19 respondiendo a la amenaza, ¡Roronora también se acercaba!
Sin vacilar ni intentar rescatar a Ali, la daga de Roronora fue dirigida directamente a la cara del Código 19.
Fue una estocada sin adornos, directa, caracterizada únicamente por el ímpetu y la velocidad de un dragón emergiendo de su cueva.
El movimiento de la muñeca causó turbulencia en el aire, el caudal de aire enfurecido bajo el tirón de la fuerza formó un vórtice en la punta de la daga, prometiendo desgarrar al objetivo al impactar.
Un acierto resultaría en lesiones mucho más allá de la mera gravedad.
Roronora no pretendía dejar al Código 19 ninguna oportunidad de recuperación, apuntando a destruir completamente el cerebro del Código 19.
¿Pero no temía por la vida de Ali?
En el momento en que Código 19 comprendió la intención de Roronora, una chispa de vacilación lo cruzó, su mirada aterrizando en la cara de Roronora.
Sus ojos se encontraron precisamente.