Jelia sujetó el mango del cuchillo, que era ligeramente grande para ella, pero lo sostuvo firmemente, usando ambas manos cuando una no era suficiente, asegurándose de que el cuchillo corto estuviera firmemente bajo su control.
—Estás demasiado tensa así; solo terminarás lastimándote a ti misma —aconsejó Ali, apretando suavemente la muñeca de Jelia para señalarle que se relajara un poco.
—La muñeca debe ser flexible, los dedos firmes, y el brazo en movimiento. La punta del cuchillo no tiene que apuntar directamente hacia adelante; mantener la flexibilidad de la muñeca es lo más crucial.
Una orientación tan simple no podía mostrar efectos inmediatos, pero Jelia la tomó en serio y practicó diligentemente.
Después de asegurar la funda a la cintura de Jelia, Ali le dio una palmadita en la cabeza, —Sigamos adelante.
Jelia asintió en silencio.
El dúo, uno alto y otro pequeño, avanzaba, pero su objetivo esta vez no era solo monedas de oro o fama.