—Se han ido. —Debajo de la Ciudad de Rodel, un grupo de personas observaba cómo Howard y sus compañeros se alejaban en la distancia.
Vestían túnicas negras uniformemente pulcras, la flor de loto bordada en plata en sus pechos particularmente llamativa.
—Esto es solo el comienzo —habló uno de ellos—. En el camino, encontrarán aún más calamidades. Esta es su misión.
—Presenciar, luego cambiar.
—Este es el camino hacia la redención. —Con eso, el orador se giró y caminó en otra dirección.
Nula tenía sus responsabilidades, y ellos las suyas.
Cada persona cumpliendo su rol es lo que mantiene a la organización funcionando.
Si el deber de Nula era guiar a Howard, su tarea era manejar discretamente todas las consecuencias en las sombras.
Sin Nombre, ese era su nombre en clave.
No tenían nombres, solo identificadores...