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Al abrir los ojos, el caótico campo de batalla volvió a aparecer ante su vista.
Howard tomó una respiración profunda, el aire lleno del desagradable olor de la sangre y la pólvora.
Y sin embargo, Howard no sentía repulsión.
Este era un entorno puro, libre de preocupaciones y restricciones excesivas, donde solo podía confiarse en el arma que se tenía en la mano.
—Vamos. —La mirada de Howard se fijó en la rata lobo que luchaba por levantarse a lo lejos.
—¡Vamos! —La rata lobo soltó un chillido bajo, la sangre brotaba de su pata trasera casi cortada, sus ojos carmesí, resplandecientes con luz dorada, fijos en Howard.
De esos ojos, Howard percibió la intención de matar, la ira, ¡y la excitación!
¡Excitación!
Howard se sorprendió al encontrar un sentido de emoción en la mirada de la rata lobo.
¿Por qué estaba emocionada?
¿Porque había encontrado un oponente fuerte?
¿Porque había desafiado sus límites?