—¿Realmente esta pregunta requiere tanta reflexión? —continuó Sorovo.
Su tono era pausado, presionando los nervios de todos poco a poco.
—Elige no hablar, permanecer leal y ser asesinado por mí. Habla, elige vivir y ser asesinado por Ojo Rojo.
—Por supuesto, ambas opciones vienen con sus premisas. Permanece leal, y quizás Ojo Rojo te vengará, pero aún podrías morir por mi mano. Elige vivir, y hay una posibilidad de que yo mate a Ojo Rojo.
—Ahí les he expuesto los pros y los contras, ahora la decisión está en sus manos.
Sorovo se alcanzó una copa, luego una botella de licor fuerte, sirviéndose una bebida sin más preámbulos.
Al notar la mirada de Carlotte desde detrás del mostrador, Sorovo levantó las cejas, —¿Quieres un poco?
¡Parece que es mi bebida, de todas formas!
Carlotte quería rugir pero considerando la notoria reputación de Sorovo y las muchas vidas que había reclamado, reprimió el impulso.
—Ojo Rojo... No sabemos dónde está Ojo Rojo —una voz emergió de la multitud.