Al llegar a la casa de Margaret, la mano de Howard se volvió atrevidamente juguetona. Deslizándose bajo su ropa, recorrió su suave espalda. La sucesión de batallas, sumada a la impactante naturaleza de la muerte de la Larva Sangrienta, encendió un fuego profundo en Howard. Lo había reprimido por el bien de su actuación, pero ahora en casa, ya no podía contenerse.
Margaret le dio una palmadita suave al brazo de Howard, murmurando —¿Por qué tanta prisa? Primero, dime exactamente qué pasó.
Las turbulentas emociones de Howard no se calmaban fácilmente. Su mano izquierda se desvió, rodeando la esbelta cintura de Margaret. Él dijo —Claramente, Sterling fue enviado por ese anciano Jay para matarme, ¡pero terminó siendo asesinado por mí en su lugar!
—¡Dios mío, cómo es posible? —exclamó Margaret, tapándose la boca con sorpresa—. Sterling era tan avanzado en sus habilidades. ¿Cómo pudiste darle la vuelta?