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Al salir de la posada, Howard, confiando en su memoria, se dirigió hacia el bar donde Tana lo había llevado el día anterior.
Tenía la intención de encontrarse con Gales y averiguar qué exactamente estaba sucediendo.
Pero, ¿por qué se sentía cómodo dejando a Abby sola en la posada?
Las leyes de la Alianza eran estrictas, especialmente en una ciudad importante como Ciudad Adia, donde se consideraba primordial la seguridad de sus residentes.
Una vez que se reservaba una habitación, nadie más que Howard y Abby podían acceder a ella.
Solo después de que se retiraran y se anulara el acuerdo, el personal podría ganar acceso.
Howard llegó al bar con familiaridad.
Para su sorpresa, la portera, conocida anteriormente como la vieja adicta al juego, había sido reemplazada por una voluptuosa mujer de mediana edad.
Cuando Howard se acercó, ella soltó un sonido de sorpresa y comentó: