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—¡Hoja del Vendaval! ¡Ataca!
El estatus de Tana como mentora dentro de la Academia Abismo Sagrado no era meramente decorativo.
La mujer resuelta y decisiva no iba a permitir que esos mercenarios se escaparan.
Con un hábil movimiento de muñeca, Tana lanzó su daga al aire.
Sus diez dedos prístinos revoloteaban como un enjambre de delicadas mariposas, invocando un resplandor azul profundo.
Las energías Anemo convergieron y con un zumbido resonante, la esencia afilada de Anemo se transformó en cientos de proyecciones en forma de cuchilla.
Con un elegante barrido de la mano de Tana, las cuchillas rasgaron el aire, rugiendo hacia los mercenarios que se dispersaban.
Para asombro de Howard y los demás, las cuchillas perforaron y desgarraron sin esfuerzo los cuerpos de los adversarios en fuga.
Gritos de agonía resonaron, uno tras otro.
Los mercenarios cayeron en sucesión, retorciéndose en sus últimos espasmos.