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La caravana entró en Ciudad de la Mina Negra.
Uno de los integrantes del gran carro miraba a su alrededor con los ojos muy abiertos, maravillado.
—¿Impresionante, verdad? —preguntó una joven mujer sentada en una gran silla, con una sonrisa burlona.
—¡Oh, sí, señora! —dijo el joven con respeto.
La joven mujer giraba una pequeña pipa entre sus dedos antes de señalar hacia el "cielo" blanco.
—La luz brilla desde cada punto del techo —dijo antes de señalar debajo del muchacho—. Y como los humanos no somos lo suficientemente grandes como para bloquear toda la luz, aquí no proyectamos sombras.
El chico miró a sus pies y se sorprendió al ver que no había sombra debajo de él.
Normalmente, el Sol proyectaba una pequeña sombra alrededor de todos, pero no aquí.
El joven muchacho miraba a su alrededor y su vista pronto se posó en las negras paredes de la montaña.
—Señora, ¿por qué no hay luz saliendo de las paredes? —preguntó.