Nick sintió que la habitación se volvía mucho más oscura.
Ya no había salida.
Y, por alguna razón, Nick también se sentía más calmado.
Su conflicto interno había desaparecido.
Ahora, Nick solo sentía aceptación.
Había saltado al abismo y ahora estaba cayendo, esperando tocar fondo.
No había vuelta atrás.
«Tal vez es mejor así», pensó Nick mientras miraba la pared con melancolía.
Se sentía como si se estuviera despidiendo de su vida.
Se despedía de todas sus cosas y experiencias.
Luego, tomó una profunda inspiración.
—Envidia no mintió —dijo Nick.
—¿Qué te hace estar tan seguro? —preguntó Simón con calma.
—Dijo una frase más para mí. Una que no te he contado —dijo Nick.
Simón miró a Nick con calma. —¿Qué te hace pensar que esa frase no era también una mentira? —preguntó.
—Porque habló la verdad —dijo Nick con calma.