—¿Cómo llegamos a esto? —El pensamiento corría amargamente por la mente del hombre encadenado a la pared. Sus rasgos estaban desfigurados, cubiertos de profundas laceraciones y grandes moretones que claramente llevaban allí mucho tiempo.
Aunque ahora lucía irreconocible, cualquiera de la Orden Obsidiana en el dominio humano lo identificaría en un instante.
Alvis, el jefe de sucursal de la Orden Obsidiana en el Sector 3.
Desde temprana edad, Alvis siempre había caminado por el camino oscuro. No se había unido a la Orden Obsidiana por alguna gran ambición, simplemente porque no tenía nada más que perder. Ya estaba del lado equivocado de las cosas, ¿entonces por qué no abrazarlo?
Aun así, Alvis siempre había querido lograr algo significativo en su vida. Cuando era más joven, tuvo un maestro que le enseñó todo lo que necesitaba para sobrevivir en un mundo cruel. Esa enseñanza se había quedado con él, y le dio un sueño: transmitir lo que había aprendido a un estudiante propio.
